
A escasos meses de iniciar el proceso electoral, resulta de suma importancia realizar un análisis crítico de las potenciales alternativas que se presentarán en la papeleta, aquellas que aseguren el progreso político de las mujeres y la equitativa evolución de la sociedad en su conjunto.
Aunque en los últimos ciclos electorales ha habido un incremento en la participación femenina en la esfera política, tanto a nivel local como federal, es el momento de examinar quiénes han incorporado, dentro de sus competencias, acciones y medidas con una perspectiva de género, transformando la manera de ejercer la política. Esto adquiere relevancia considerando que la experiencia en el ámbito público difiere para las mujeres en comparación con los hombres, ya que los obstáculos, la discriminación y la violencia que muchas de ellas enfrentan debilitan y, en ocasiones, suprimen la toma de decisiones.
Durante esta semana, como parte del calendario de actividades de la fundación "Mujeres Mexicanas en Grandeza", dirigida por la estimada Laura Sepúlveda, en colaboración con destacadas figuras femeninas, entre las que se encuentra la reconocida activista Elvia Ramírez, se concretó un acuerdo de cooperación con el Instituto Electoral del Estado de Querétaro. El propósito de este convenio es llevar a cabo iniciativas destinadas a fomentar la participación política de las mujeres en un entorno libre de discriminación.
El arranque de estas labores se materializó con un coloquio titulado "Violencia Política de Género", en el cual tuve la oportunidad de ser expositor. Durante esta conversación, se compartieron distintas perspectivas sobre las diferencias entre la violencia política y la que surge por razones de género en contra de las mujeres. Se exploraron los desafíos que se avecinan en los próximos procesos electorales con la integración de la inteligencia artificial, señalando cómo estas herramientas no solo representan una estrategia innovadora, sino que también pueden ser empleadas para perpetrar actos de violencia al crear contenido con el propósito de difamar y dañar la imagen y reputación de las mujeres. Por último, se abordaron los procedimientos para denunciar tales casos y se reflexionó sobre si el aumento de mujeres en la política local conllevará, por consiguiente, un incremento en los incidentes de violencia dirigidos hacia ellas.
Por tanto, es fundamental intensificar los esfuerzos desde el ámbito académico, las entidades públicas competentes, las organizaciones de la sociedad civil y los partidos políticos. Se requiere difundir las herramientas y capacitaciones esenciales, no solo para prevenir incidentes, sino también para impulsar enfoques innovadores y discursos que fomenten la equidad en lugar del odio. Se busca promover el respeto por las libertades y, sobre todo, respaldar una cultura que priorice el respeto a la participación de las mujeres, en lugar de obligarlas a soportar situaciones desfavorables bajo la suposición de que la política es inherentemente violenta. No, ese no es el camino adecuado.
Lo que sí necesitamos normalizar es que más mujeres se involucren desde sus propios espacios, evitando reproducir patrones patriarcales. Deben convertirse en ejemplos como figuras y futuras candidatas con una sólida conciencia de género. La comprensión y la concientización de que el género es una construcción cultural, histórica y relacional es esencial en nuestra experiencia de vida y, por ende, crucial para una práctica política auténticamente democrática. Romper con visiones androcéntricas y prácticas sexistas que devalúan la condición humana es esencial para vivir en democracia.
Este cambio en la esfera pública exige un compromiso ético de reconocer críticamente el papel del género tanto para hombres como para mujeres. La discusión sobre la validez de las medidas afirmativas para asegurar la participación política de las mujeres debería estar superada. La paridad ya no es una cuestión de decisiones individuales o acuerdos secundarios; es un principio constitucional irrevocable. Esta toma de conciencia debe cuestionar, desmontar y transformar verdaderamente el sistema jerarquizado en el que, históricamente por razones de género, los hombres se han situado como actores dominantes por encima de las mujeres. El objetivo es avanzar hacia la igualdad real.
La participación de las mujeres en la esfera pública es un hecho irreversible. Por lo tanto, te invito, amable lector/a, a unirte y promover el respeto, la tolerancia y a rechazar cualquier forma de violencia y difamación. Ninguna mujer debería necesitar valentía extra para enfrentar desafíos al decidir entrar en la política. Sin la participación de las mujeres, el desarrollo genuino y la verdadera democracia están incompletos.
Por Valeria Guerrero.
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